viernes, 10 de julio de 2015

Originario de Ixcaquixtla es miembro del escuadrón de la muerte en Córdoba


Noé Carrillo Molina

  • Viviendo en una botella
  • Para ellos la esperanza no existe. Les llaman ‘Escuadrón de la Muerte’, hombres mayores que han sido atrapados por el alcoholismo, enfermedad que los mantiene presos de sí mismos, esperando al lado de una botella de aguardiente a que llegue el último día de su vida


Paulino, José y "El Original" no encontraron un empleo que les ofreciera lujos, ni una mujer que los amara aun con su pobreza a cuestas. Tres vidas con historias diferentes pero las tres relatadas detrás de una botella de 500 mililitros de aguardiente.

En la avenida 4, entre calles 1 y 3, a unos pasos de la parroquia de San Antonio, un grupo de varones toma el sol, comparte una pieza de pan y una botella de jugo de naranja. Dos quedaron dormidos a orillas de la banqueta.

A sólo dos cuadras, en la calle 5, otro grupo de hombres de cabello cano, manos sucias y uñas largas, mejillas hinchadas y sonrojadas, deletrean la canción de "Pedro Navajas", que se oye en el bar de junto.

Frente a ellos, como mediadora de un debate sobre sus vidas, un envase plástico con aguardiente, no hay vaso, todos comparten a través de tragos la bebida del día.

Son integrantes del llamado "Escuadrón de la muerte", hombres con problemas de alcoholismo que por décadas han vivido en el vicio.

Paulino es un hombre delgado de 63 años de edad, vecino de Córdoba. La muerte de su hijo, que todavía se encontraba en el vientre de su esposa, le decepcionó tanto... Su consuelo fue iniciar a tomar alcohol a los 16 años.

Hace 20 días su mujer lo corrió de casa, los 80 pesos que gana como albañil apenas y le alcanzaban para mantener su vicio. A su hogar no llevaba dinero para la comida.

Las manos le tiemblan. Paulino platica que duerme en una finca, esperando a que alguien le dé trabajo de albañilería.

Hoy, se conforma con encontrar a su grupo de cuatro amigos, sentarse a escuchar la música de los bares y compartir una botella con medio litro de aguardiente por el que pagan 10 pesos.

José es el mayor de todos, el guía del grupo. Originario de San Juan Ixcaquixtla, Puebla, es un hombre de abundante barba y mirada perdida en las alturas. 

Hace más de 20 años llegó a Córdoba a probar suerte, hoy esa dicha se reduce a compartir una botella de aguardiente y dormir en la vía pública, jalando un costal sucio en el que guarda una cobija color café.

Los 40 y 50 pesos que le pagaban por chapear jardines no le alcanzaron para tener el nivel de vida que quería. Vive solo desde los 20 años, edad en la cual comenzó a beber y literalmente, dice, se decepcionó de la vida.

Al más peculiar, quizá, solo lo conocen como "El original". Dice llamarse Carlos y ser de Chiltepec, Ixtaczoquitlán. 

El evidente daño generado por la enfermedad del alcoholismo difícilmente le hace entablar una comunicación coherente, se la pasa saludando militarmente con la mano derecha, la cual carece del dedo pulgar.

"El Chencho", quien seguía para relatar su historia, al ver la cámara dejó el grupo para luego "caerles", "-cuando ya no haya ropa en el tendedero-", dice irónicamente antes de enfilar hacia un callejón.

Y así, hay al menos cuatro grupos de personas, todos reunidos en torno a una botella. Esperan -dicen ellos- el momento en que la muerte se los lleve, dejar de tomar es ya imposible pues su cuerpo se los pide a diario.

Alcohol y muerte


De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, en su publicación de 2012, el consumo de alcohol en México es la cuarta causa de mortalidad con cuatro de cada 10 fallecimientos que se reportan mensualmente.

El abuso en el consumo de alcohol, cita el estudio, desencadena además otros padecimientos graves como la cirrosis hepática, lesiones intencionales y no intencionales, accidentes de vehículo de motor y homicidios.

Entre los años 2000 y 2012, según el escrito, no se observó un cambio estadísticamente significativo en el porcentaje total de adolescentes que consumen alcohol, sus cifras son del 24.8 por ciento en 2000 y 25 por ciento en 2012.

Por el contrario, en ese mismo lapso, aumentó el consumo de alcohol en adultos de 39.7 por ciento a 53.9 por ciento y lo mismo en mujeres, al pasar de 24.3 por ciento en el 2000 a 41.3 por ciento en 2012.

El alcoholismo es también la tercera causa de desintegración familiar y la cuarta razón de despidos laborales, según la Comisión Nacional contra las Adicciones 2013.

Durante la presentación del Programa Nacional contra las Adicciones, que encabezó el presidente Enrique Peña Nieto el 29 de enero del 2015, se informó que una de cada tres personas de 12 a 65 años de edad, consumen alcohol de forma nociva.

El Gobierno federal reconoce 636 Centros de Atención Primaria contra las Adicciones y a 116 Centros de Integración Juvenil.

El programa presentado en enero tiene como finalidad proponer 150 lineas de acción mediante seis objetivos, cuyo punto en común es la prevención.


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